El segundero del reloj me esta asfixiando, es un movimiento imparable, persistente, que me tiene irritado. Al parecer el tiempo es quien está aquí al mando, y el reloj es su fiel sirviente. Siervo que marca el ritmo de su avance, controlando su alrededor, como un metrónomo controla las corcheas del músico. Siento que cada movimiento de su aguja me empuja cada vez más al acantilado del que nunca vi a nadie volver.
Fue entonces cuando oí un susurro que provenía del final del pasillo.
-Tic, toc, tic, toc
El viejo reloj de pie de mi abuelo parecía cobrar vida a mis espaldas. Rebosaba luz, y su péndulo parecía moverse más rápido y fluidamente que nunca.
-Tic, toc, tic, toc
Me acerqué lentamente, sin quitarle los ojos de encima. Quería decirme algo, y yo quería escucharle. Algo en él me resultaba familiar...
Cuando estuve a escaso medio metro de él, empecé a diferenciar el sonido armónico del péndulo de lo que parecía ser un débil traqueteo en los engranajes. Me quede mirándolo, absorto e hipnotizado. Y me senté a escucharlo.
-Tic, toc, tic ,toc.
Mi mente empezó a divagar. Yo también traqueteaba, y mi mirada seguía incansablemente el monótono movimiento del péndulo. Algo me forzó a preguntar....
-¿Que es lo que quieres? -No esperaba respuesta alguna, pero sorprendido escuche...
-Tic, contarte algo, toc.
-Te escucho- le dije
-Tic, tienes que empezar a vivir, toc- me respondió
-¿A que te refieres? ¿Acaso no estoy vivo ya?
-Tic, no. Vives con miedo constante a morir, toc. Tic, no te deja seguir adelante, y culpas al tiempo por ello, toc. Tic, pero él no es el culpable, toc.
-¿Sino es culpa del tiempo, quien es el responsable?
-Tic, TU, toc. Tic, crees matar el tiempo con pasatiempos, absentos de trascendencia, toc. Tic, pero eres tu el que se está matando, toc. Tic, malgastas tu tiempo, toc. Tic, tu esencia, toc. Tic, tu vida, toc.
-Nunca lo había visto de esa forma...
-Tic, no desperdicies tu vida, toc. Tic, trasciende, toc. Tic, sal a la calle y grita tu nombre, toc. Tic, haz que te oigan y enamórate, toc. Tic, vive como si fuese tu último día, toc. Tic, porque un día lo será, toc.
En ese momento oí abrirse la puerta de casa. Mi madre llegaba con las bolsas cargadas hasta arriba mientras gritaba pidiéndome ayuda. Me giré un momento para contestarla, perdiendo de vista el reloj. Cuando me volví nuevamente hacia él, había perdido todo el brillo y el péndulo flojeaba de nuevo. El traqueteo había parado.
Me levante y cruce el pasillo, pero antes de llegar hasta mi madre, escuche algo que llamó mi atención.
-Tic, nadie mata el tiempo, toc. Tic, es suyo el asesinato, toc.
Una lágrima recorrió mi mejilla. Y al parecer mi madre se dio cuenta de ello, ya que en ese preciso momento dejo de gritar. Cogí las bolsas y las lleve a la cocina sin decir ni una sola palabra. Volví junto al reloj, le di un abrazo y sonreí. Esa última frase le delató completamente. Sabía quien me había hablado desde ese viejo reloj. Dándome media vuelta y recorriendo el pasillo una vez más, las lágrimas me dieron el respiro que necesitaba para aquella despedida.
-Gracias, abuelo. Siempre supe que cuidarías de mi.
Joder Diego... No sé como lo has hecho, pero has escrito aquello que llevo necesitando leer desde hace unas cuantas semanas...
ResponderEliminarEs increíble tío, me has dejado sin palabras...
ResponderEliminarMuchas Gracias, de verdad. Vuestras opiniones me animan a seguir escribiendo. Me alegro de que os guste.
ResponderEliminarDefinitivamente me has dejado sin palabras y lo digo literalmente por que este es el quinto comentario que escribo y creo que lo estoy consiguiendo por que no intento explicar la sensación que me ha dejado el texto.
ResponderEliminarIncreíblemente "Oh..." no se me ocurre nada mejor...
Muchas gracias :D
EliminarEsas palabras, viniendo de un gran artista como tú, animan al personal jaja